En la jerga nacional, el cuatro de copas es una persona que no pincha ni corta. Alguien sin poder de decisión ni influencia. La expresión, como sabe cualquiera que haya jugado al Truco alguna vez, proviene de la carta más baja, la que nos lleva a cerrar los ojos cuando nos toca en suerte en alguna mano, en señal de que estamos sin soldados para esa guerra de mesa.

Pero fijate cómo cambian las cosas cuando llevamos esa expresión a la gastronomía: cuatro de copas puede remitir a un grupo de amigos o amigas que acordaron juntarse alrededor de unas botellas para charlar y ponerse al día. Es decir, lo que en el mundo de las cartas significa algo menor, en el mundo de los platos se convierte en palabras mayores.

En una manzana de Nueva Córdoba que se caracteriza por los claustros universitarios y los comercios, un local se anima a llamarse 4 de Copas. Y no es de lo único que se anima, pero tampoco quiero adelantarme.

De afuera, la fachada sugiere un comedor de pocos comensales. Hay dos mesas en la vereda y nueve adentro, pero lo que llama la atención cuando cruzás la puerta no es tanto eso, sino la hilera de plantas a la derecha y una cafetera verde agua, al lado del mostrador, que te invita a pedir un cortado. Una vez ubicado, el mozo te acerca la carta y ahí empezás a entender el por qué del nombre.

Los platos juegan con el concepto del Truco. Por ejemplo, El Ancho de Espada es un costeletón de bife al chimichurri. O está el Vale Cuatro, que es un tipo de desayuno o merienda que además de la infusión incluye huevos revueltos, jamón, queso, tostadas de pan de campo y jugo de naranja.

Cuando pedimos una sugerencia, el mozo se inclina por las pastas. Esta vez fueron los Sorrentinos Pintos, que llevan relleno de carne estofada en crema de chorizo de cerdo al vermú, chimi y tomates frescos. El plato te llega además con una ramita de romero, uno de esos complementos que siempre decoran bien, como la pincelada final en el cuadro de un maestro.

Decíamos entonces que este lugar no se anima sólo a llamarse 4 de Copas. También se define como un bodegón. ¿Puede un lugar joven, ubicado en un barrio eminentemente estudiantil, ser un bodegón? ¿Qué define a un bodegón? ¿La zona, los platos, el bullicio de los clientes? Es una pregunta retórica, por supuesto, porque cada habitué tiene su propia definición al alcance de la mano.

Pero hay algo que es su esencia filosófica, y es la vivencia: es un bodegón si se pasa un buen rato con un buen plato de comida al frente. Y este lugar lo cumple: vas a pasar un buen momento así vayas solo o acompañado de otros cuatro de copas.

4 de Copas está abierto para almuerzos y cenas de lunes a sábado y solo almuerzos los días domingo.