En el año 1991, proveniente de su Líbano natal, Tony Raphael pisó suelo argentino trayendo consigo sabores étnicos y una pasión: cocinar.

El propietario de Al Malek se formó en el arte de la comida en secreto, mientras cursaba sus estudios en abogacía en su país de origen. Su primer destino fue Buenos Aires y 8 años más tarde le siguió Córdoba, lugar donde daría comienzo a un proyecto de gran éxito para la escena gastronómica local.

Con el correr del tiempo y la experiencia de su mamá, aprendió a adaptar la comida árabe al paladar argentino para convertirse en el restó más calificado del rubro en nuestra ciudad. Las picadas de Al Malek rebosan en abundancia, invitando a quien las prueba a viajar a un universo de sabores exóticos con un especial sello híbrido que marida lo mejor de los gustos libaneses con un toque seductor para todo cordobés.