El Cabildo de la ciudad de Córdoba es la primera institución civil de la actual ciudad. A lo largo del tiempo este inmenso edificio cumplió diversas funciones: desde institución vecinal Hispánica a sede que alojó al Gobierno de la Provincia del Tucumán en tiempos del Virreinato del Río de la Plata, pasando por cárcel pública mientras diferentes instituciones posteriores a la independencia iban sucediéndose.

Un inmenso legado de historias siembra el escenario perfecto para que el Cabildo de Córdoba cuente con un costado sobrenatural y misterioso. Según se cuenta entre pasillos y galerías, empleados y guardias del lugar aseguran que aparecen escalofríos y sensaciones muy particulares al transitar por determinados puntos del edificio. 

Particularmente, el Patio Menor del recinto, antiguamente destinados a las últimas horas de vida que pasarían aquellos condenados a muerte. Este parece ser un enclave donde las anécdotas sobrenaturales se suceden particularmente. ¿Serán las almas de aquellos condenados las que intranquilizan a algunos empleados del cabildo?

Una de las historias más contadas es la del “sumariante”, apodo que se le otorgó al alma inquieta que invade el silencio con ruidos incesantes de una vieja máquina de escribir. En las dependencias que están alrededor del patio menor, se solían encontrar las oficinas donde el sumariante tomaba declaraciones y redactaba sumarios. Con el tiempo y hasta la actualidad, estos espacios fueron cambiando su uso desde archivos, depósitos, hasta salas de exposición.

Cuenta la historia que el sumariante tenía una angustiosa vida familiar, y al morir, parece que su espíritu quedó arraigado al lugar de trabajo, ya que según algunos estudiosos del tema, cuando una persona se aferra mucho a un espacio físico o actividad específica, al momento de morir su alma suele quedar en ese sitio. 

Para descubrir la historia completa escuchá el episodio del podcast dedicado a esta espeluznante historia.