Observación de aves en Córdoba: actividad ideal para el verano
La observación de aves, también llamada “aviturismo” o “birdwatching”, es una de las actividades del turismo de naturaleza que en los últimos años tuvo un crecimiento exponencial a nivel mundial, especialmente luego de la pandemia global por Covid-19.
BirdLife International, líder en conservación de aves que nuclea a 121 ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) alrededor del mundo –y trabaja en proyectos para la conservación no sólo de aves, sino también de la naturaleza– afirma que existen más de 76 millones de observadores y fotógrafos de aves en el mundo.

Jilguero Dorado (foto Walter E. Cejas)
El birdwatching es una de las actividades ecoturísticas y sostenibles con mayor tendencia a desarrollarse en espacios naturales, urbanos y rurales sin la necesidad de grandes inversiones a nivel de infraestructura.
Esto es comprobable al realizar salidas de campo para el avistaje de aves, donde en principio se requiere de binoculares, una guía de aves y la atención necesaria para divisar las especies, escuchar su canto u observar su comportamiento.
La observación es una actividad recreativa, pero además puede resultar beneficiosa para la salud. Existen estudios que fueron llevados a cabo para dar un fundamento científico a la relación entre bienestar y observación de aves, como el artículo “Doses of Neighborhood Nature: The Benefits For Mental Health of Living With Nature” (Cox et al., 2017) publicado por la revista BioScience.
Esta actividad social se practica generalmente en grupos de colegas, con amigos, familiares o aficionados con un fin común. Involucra tareas, además de la observación, como la caminata, elaboración de listas, grabación de sonidos, la fotografía, y actividades con un tinte más social entre quienes integran el grupo.
La importancia de la observación de aves

Tero Común (foto Walter E. Cejas)
Salir a observar aves o “pajarear”, como muchos observadores prefieren llamarle, es mucho más que sólo detenerse a mirar especies y anotarlas en una lista: es disfrutar de una caminata al aire libre, contemplar las características geográficas del entorno, y entender que el mundo aún guarda en su interior tesoros vivos que pueden maravillarnos.
La ciudad capital y el área metropolitana de Córdoba es parte de la ruta migratoria de las Américas, la más rica en especies del mundo: alberga más de 2.000 especies de aves diferentes. Abarca desde Tierra del Fuego hasta el Círculo Polar Ártico, y contiene tres rutas migratorias que cruzan 35 países: 90 especies están amenazadas a nivel mundial.
En Córdoba y los alrededores se registraron unas 250 especies de aves, lo que representa el 57% del total de la avifauna provincial, distribuidas en la áreas verdes de mayor extensión y heterogeneidad ambiental del ejido urbano.
Se trata de la Reserva Natural Urbana General San Martín y la Reserva de la Defensa La Calera, a la cual debería incluirse la Reserva Natural Bamba (La Calera) cuyo cuerpo de agua principal, el río Suquía, constituye un verdadero corredor biológico que vincula ambientes tan dispares como el dique San Roque y las sierras de Punilla, la ciudad de Córdoba y en su desembocadura en la laguna Mar Chiquita, Reserva Natural de Uso Múltiple, Sitio Living Lake y de la Red de Reservas Hemisféricas para Aves Playeras, Sitio Ramsar y ambientes diversos que forman parte del recientemente declarado Parque Nacional Ansenuza.
Especies de aves de gran interés turístico, científico y educativo
De las 240 especies de aves registradas en el área metropolitana de Córdoba (55% del total de la avifauna provincial) se mencionan solo algunas, ya sea por el valor especial según su status de conservación (como por ejemplo Carpintero Negro, Reinamora Grande, Rey del Bosque, Charata, Gallito de Collar, Colibrí Cometa, etcétera) o por ser especies endémicas, es decir, restringidas a un sector geográfico limitado de nuestro país (Monterita Canela, Yal Carbonero, etc.).

Churrinche (foto Walter E. Cejas)
También hay especies que son migrantes desde el sur argentino (Sobrepuesto, Monjita Coronada, por ejemplo), o desde el norte de América del Sur (Tijereta, Golondrina Parda, Churrinche, Benteveo Rayado) o migratorias desde Estados Unidos y Canadá (Zorzalito Boreal, Batitú, Golondrina Rabadilla Canela, entre otras).