Si estás visitando la Iglesia de San Francisco y su convento, primera orden religiosa en oficiar misa en estas tierras, no dejes de apreciar el refectorio y el Salón de Profundis, dado que son unas de las edificaciones más antiguas de la Capital, construidas entre 1693 y 1695.

El recinto que los contiene se encuentra en el predio de un gran complejo comercial. Está construido en gruesos muros de canto rodado mezclados con piedra caliza y granítica, y cubierto con un artesonado de madera de rasgos mudéjares.

Es Monumento Histórico Nacional desde 1971 y aunque permanece cerrado al público hasta tanto se finalice la restauración, la solidez y características edilicias pueden ser perfectamente apreciadas desde el exterior.