El patio del Museo de San Alberto

Es posible caminar por un patio que fue testigo de siglos de historia, un lugar que vio pasar desde familias fundadoras hasta comunidades religiosas, todo en el mismo espacio.

Ese es el Patio del Fundador, el alma de la Casa-Museo Obispo Fray José Antonio de San Alberto. Este patio no es solo un lugar físico, es el corazón de la comunidad religiosa que habita esta casa y fue testigo de la evolución de la ciudad.

Al recorrer las galerías, estarás rodeado de una arquitectura que te recordará a otros lugares como el Cabildo Histórico o la Manzana Jesuítica. Esos arcos de medio punto, techos abovedados y pilares nos hablan del estilo inconfundible del arquitecto jesuita Andrea Bianchi, quien adaptó esta casa para que dejara de ser un hogar familiar y se convirtiera en algo mucho más grande.

En 1573, cuando Jerónimo Luis de Cabrera fundó Córdoba, este solar fue entregado a don Pedro de Soria como muestra de gratitud. Así comenzó a escribirse la historia de esta casa, que en ese entonces era muy diferente.

Patio Museo San Alberto

En el siglo XVII, la propiedad pasó a manos de don Simón Duarte, un comerciante portugués que estableció una tienda en la esquina de Obispo Trejo y Caseros. Pero la historia no termina ahí, porque su hijo, el presbítero Ignacio Duarte y Quirós, donó la casa a la Orden de la Compañía de Jesús, transformándola en el Real Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat, una residencia para estudiantes universitarios jesuitas.

Patio Museo San Alberto

Es fácil imaginar a esos estudiantes caminando por el patio, dirigiéndose a sus habitaciones o lavándose las manos en la galería Este, antes de entrar al Refectorio.

Incluso podemos visualizar cómo pasaban sus ratos de ocio en la desaparecida Sala del Truco. Y, aunque muchas cosas han cambiado, aún podemos ver la impresionante espadaña de cinco campanas, única en el país, y un reloj solar que marcaba las horas de estudio.

En 1780, con la llegada del carmelita español Fray José Antonio de San Alberto, el espacio dio un giro más: se convirtió en el Real Hogar de Niñas Huérfanas Nobles y Colegio de Educandas, la primera institución educativa femenina del Virreinato del Río de la Plata, abriendo las puertas de la educación formal para mujeres en Córdoba.

Hoy, este histórico lugar sigue lleno de vida. Las Hermanas Carmelitas, los estudiantes del Colegio Santa Teresa de Jesús, y las niñas del Hogar San Alberto son quienes dan vida a esta Casa-Museo. Caminan entre jazmines, Santa Ritas, y árboles frutales, buscando la sombra perfecta para descansar.

Aunque hay muchos patios en esta casa, el Patio del Fundador sigue siendo el corazón en el que se celebran las actividades más importantes.