Por Claudia Santos

En Córdoba, la cultura, el comercio y la ciudad conforman un bloque interdependiente. Aquí, el área peatonal se entiende y se vive cotidianamente como espacio público, como mercado y como un tejido urbano donde se construye la identidad y la ciudadanía. Un recorrido imperdible para quienes gustan de adentrarse en el corazón de una cultura.

Es que desde el principio de los tiempos, el comercio no es simplemente el aprovisionamiento de bienes de consumo. Las ciudades con fuertes áreas centrales crean sentido y pertenencia, animan el territorio y poseen una genuina calidad ciudadana.

Son las personas en las calles las que hacen a la ciudad, porque el comercio requiere población, proximidad y diversidad. Córdoba, a pesar de su expansión geográfica, modas y el boom inmobiliario, supo preservar el protagonismo de su centro comercial y está muy lejos de querer alejar a la gente de sus calles.

El centro comercial es un proceso urbanístico dinámico que se inició con la apertura de pasajes y galerías en 1940, continuó con la peatonalización de sus calles a partir de 1970 y avanza con la creación de las Supermanzanas. Por eso, los vecinos siguen amando “al centro”, y los turistas encuentran aquí una de las experiencias más genuinas para conocer el verdadero gen cordobés.

Córdoba peatonal, un laberinto

El casco histórico de Córdoba responde, como tantas otras ciudades españolas construidas en territorio americano, a un modelo de calles y manzanas tan ordenado como la cuadrícula de un tablero de damas o de ajedrez.

Sin embargo, no se conoce otro lugar en el mundo donde el típico espacio urbano fuera literalmente “perforado” por decenas de pasajes y galerías, conformando un laberinto comercial único y original.

A la rígida trama colonial se le impuso una compleja estructura urbanística que, increíblemente, permitió a Córdoba “crecer hacia adentro”.

Así, dentro del molde urbano original se multiplicaron los paseos, las tiendas y las vidrieras. Y con ello, la ciudad revitalizó un corazón histórico que llevaba más de cuatro siglos latiendo.

Hoy, la ciudad de Córdoba tiene el orgullo de contar con el primer y mayor sector urbano de calles peatonales del país. Una respuesta dinámica a las necesidades de crecimiento que no altera los rasgos de identidad y mantiene la escala humana en primer plano.

Más de 30 cuadras, 3000 comercios, bares y confiterías, conviven con edificios emblemáticos e históricos, museos y paseos culturales.

Y al caminar por estas calles, entre músicos y artistas callejeros, vendedores ambulantes y vidrieras sofisticadas, se respira una cotidianeidad popular genuinamente cordobesa.

Aventurarse en el laberinto comercial

Sin abandonar el ritmo febril, este sector de la ciudad libre de tránsito, hace seguro y agradable el paseo. Y aunque es fácil desorientarse dentro de los pasajes y galerías, andar sin brújula por aquí tiene cierto encanto.

Vecinos y turistas recorren a diario tiendas de ropa y calzado, de artículos regionales, de instrumentos musicales, bazares, joyerías, librerías o grandes superficies de electro-domésticos. Aquí hay de todo y para todos los gustos.

A veces, los pasajes y las galerías se conectan entre sí. Otras veces conectan calles peatonalizadas con avenidas de gran tráfico vehicular y otras, simplemente desembocan en la Plaza San Martín o en algún sector del casco histórico.

Dentro de algunas galerías hay patios cubiertos. Pueden ser oasis con tranquilos bares donde se puede desayunar, almorzar o merendar. Otros espacios cuentan con dos niveles o galerías de arte o cines. Hay olores a perfume y comidas. También bullicio y música. Hay vida.

Las peatonales no tienen un único modelo arquitectónico. Las hay con pérgolas floridas, las hay desnudas con grandes farolas. Y casi todas, al alzar la vista al cielo, permiten descubrir magníficos balcones, torres, relojes o cúpulas, que nos hablan de otros tiempos.

Descubrí además los Bares y Cafés notables de la ciudad, así como los Bodegones que son una marca registrada con sello local.

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